[Noticia] La covid-19 amplía la brecha de pobreza entre mujeres y hombres en Colombia

Por: Paula Rodríguez Sánchez // pr.rodriguez@javeriana.edu.co

Desde que se adoptaron medidas de confinamiento para contener el virus, se han puesto en evidencia las desigualdades socioeconómicas y el incremento de la brecha de pobreza entre mujeres y hombres en el país. Esto desemboca en la agudización de la “feminización de la pobreza”, al alza en los últimos años.

FOTO: Entre marzo y julio de 2020 hubo más de 11 millones de mujeres sin trabajo. Cortesía: Ministerio de Trabajo.

Los niveles de pobreza han aumentado como consecuencia del choque económico producido por el coronavirus. La suspensión de buena parte de la actividad económica con el fin de aplanar la curva de contagios y ganar tiempo para el fortalecimiento del sistema de salud ha generado un impacto sobre el empleo y el ingreso de los hogares pobres y vulnerables. Sobre todo porque tanto en los sectores rurales y urbanos muchos de estos son encabezados por mujeres.

“El comportamiento del desempleo y de la tasa general de participación a partir de marzo de 2020, mes en el que se dictan las medidas de aislamiento y se producen los cierres de empresas y de sectores, [revela que] la brecha entre mujeres y hombres se [ha ido] incrementando a diez puntos porcentuales. Esa es la cifra más alta desde que hay registros”, declaró Alejandra Trujillo, coordinadora de proyectos de la Friedrich-Ebert-Stiftung en Colombia (FESCOL).

Desigualdades evidentes, ahora más que nunca

Si bien la pandemia significó la pérdida de empleo para muchas personas, esta afectó principalmente a las mujeres. El Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) indicó en un comunicado de prensa que entre marzo y julio de este año hubo 11 184 000 mujeres que ni tenían trabajo ni estaban buscando uno. Esta cifra es casi el doble de los 6.3 millones de hombres desempleados. Durante ese trimestre, hubo 2.8 millones más de desempleados, cuya mayoría fueron mujeres —1.9 millones perdieron sus empleos, mientras que para los hombres la cifra fue de 900 000—. Asimismo, mientras que el desempleo masculino fue del 16.2 %, el femenino trepó hasta el 26.2 % (una diferencia de diez puntos porcentuales).

El comercio, la educación, el turismo, la salud y las actividades artísticas son los sectores más afectados por la pandemia, aquellos que tardarán más tiempo en reactivarse. De sus integrantes, el 63% son mujeres; por eso la tasa de participación general de este grupo cayó un 43% en los últimos tres meses. En consecuencia, alrededor de ocho millones de mujeres se dedican al oficio de hogar, sin acceso a protección social ni a una pensión, lo que ensancha más las brechas de género.

En entrevista con Directo Bogotá, Roberto Sánchez, profesor e investigador de la Universidad Nacional, aseguró que la tasa de pobreza pasaría del 18 al 32 %, y que la pobreza extrema subiría del 4.5 al 16.7 % como consecuencia de la pérdida de ingresos laborales en el sector informal. “Lo que uno observa es que las mujeres tienen mayores niveles de informalidad [y] menor estabilidad laboral. Hay brecha salarial entre hombres y mujeres”, añadió Sánchez. Pero la brecha de pobreza de género no es nueva, ya que estas cifras han persistido a lo largo de los años en Colombia.

FOTO: Las cifra de desempleo para las mujeres es más alta que la de los hombres. Cortesía: Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Las brechas de género no son una realidad nueva

“Las desigualdades de género son desigualdades estructurales que ya existían”, indicó Trujillo. Esto quiere decir que las mujeres han sido un grupo históricamente desfavorecido por el Estado. Según el DANE y la ONU Mujeres Colombia, para el año 2018 el índice de feminidad de la pobreza aumentó de 102.5, en 2008, a 118. Con esto se muestra que el número de mujeres pobres, a lo largo de los años, ha sido superior al de los hombres. Para el 2019 las cifras persistieron: las mujeres representaban tan solo una cuarta parte de los patrones o empleadores, y 13 de cada 100 mujeres que estaban en condiciones de trabajar, que buscaban un empleo, no lo encontraron.

En temas socioeconómicos, una de las principales causas de esas desigualdades entre hombres y mujeres es la carga desigual en el trabajo de cuidado no remunerado, es decir, trabajo doméstico. En Colombia, según el DANE y la ONU Mujeres, las mujeres dedican diario siete horas al trabajo del cuidado no remunerado, mientras que los hombres, solamente tres horas. Además, cuando estas ingresan al mundo laboral remunerado, lo hacen en condiciones desiguales: acceden a sectores informales, trabajos parciales o de medio tiempo, donde no hay garantías laborales ni protección social. Esto resulta en que el mundo laboral remunerado sea el escenario más evidente de las desigualdades de género.

En el 2019, el 94 % de las personas que se dedicaban al empleo doméstico (624 000) y el 64 % de las que estaban ocupadas como trabajadoras familiares sin remuneración (570 000) eran mujeres. Estas cifras muestran que la división de los trabajos entre hombres y mujeres es desigual; estas cifras crecientes a lo largo de los años sugieren que las políticas públicas no han sido las suficientes para contrarrestar estos efectos.

Las medidas adoptadas por el Gobierno no cuentan con enfoque de género

Ingreso Solidario, Prosperidad Social y la renta básica son algunas de las medidas de asistencia económica que han adoptado el Gobierno y diferentes alcaldías para mitigar la pobreza causada por la covid-19. Sin embargo, sectores de la población opinan que estas medidas carecen de enfoques de género y no bastan.

“Sin duda Ingreso Solidario y todas las donaciones monetarias y alimentarias que se le han dado a la población son medidas adecuadas y pertinentes. Sin embargo, lo que uno observa es que son insuficientes”, declaró Sánchez. Asimismo, Trujillo afirma que son “medidas tardías y precarias”, comparadas a las de otros países. Por ejemplo, en Argentina el Ingreso Familiar de Emergencia tiene enfoque de género: en casos donde aplican por el ingreso un hombre y una mujer de la misma familia, se beneficia a la mujer.

La falta de enfoques en los proyectos públicos nacionales es una de las principales discusiones entre diferentes académicos y feministas. Las soluciones de esta brecha de pobreza entre mujeres y hombres, como lo señala Sánchez, son un enfoque diferencial y un enfoque de género, ambos ausentes en los actuales programas gubernamentales.

Para ampliar en el tema: Las mujeres en la pandemia: una pregunta por el trabajo

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