El “mero macho”

Laura Ramírez Durán // l.ramirezd@javeriana.edu.co

A propósito de la historia única de Chimamanda Ngozi; Laura Ramirez relata cómo se enfrentó al machismo mexicano en un grado que jamás había concebido. Una reflexión sobre el maltrato de pareja y los estereotipos que encasillan a la mujer

“No me parece que te vistas así, así de mostrón” dijo Francisco, un exnovio mexicano mientras me maquillaba para salir a rumbear a un bar, ubicado en una de las calles más famosas de Ciudad de México, Madero. Con rabia e impotencia no comprendía la causa de su comentario porque un pantalón, un esqueleto y una chaqueta de cuero negra no era exhibirse, y si lo fuera, ¿qué?

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A su lado, comprendí una de las peculiaridades de la cultura mexicana durante mis últimos tres meses de intercambio en el año 2016. Sin generalizar, la mayoría de los hombres que se creen unos cabrones – en el sentido de fuertes, machos sin criterio y como dicen ellos, vale madres – subestiman y manipulan a las mujeres, a las que consideran su chacha, su propiedad o una inversión. ¡No sé qué es peor!

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No debes bailar con quien no sea tu pareja en una fiesta, es mal visto; no debes pagar la cuenta porque son ellos quienes tiene la capacidad de proveer; y eres su chef de cabecera para cocinarles siempre, eso sí, sin olvidar el chile en todos los platos. Estos son algunos de los tips para ser la mujer ideal frente a ellos.

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Recuerdo un día, a las 7:00 de la mañana, en el que nos estábamos alistando para salir a conocer Cuernavaca, a dos horas de la capital mexicana. El cielo estaba cubierto de niebla y empezó a llover, lo que provocó inundaciones en las vías que conducen al lugar del taco acorazado. Decidimos no salir y mejor quedarnos viendo Netflix. Alrededor de las 12 del medio día nos dio hambre. Buscamos qué había y no encontramos nada. Decidí cocinar. Con una sonrisa, tono coqueto y una caricia le pedí que revolviera unos huevos. Su respuesta fue desconcertante.

-Tú eres la que debe hacerlo, si no, para eso espero a mi mamá-

Al escuchar su réplica, recordé que las telenovelas mexicanas idealizan este tipo de amor. Tal vez por eso tienen tanto éxito en Colombia. Nunca pude entender este código cultural al igual que el presunto suculento sabor del chile. Sin embargo, y aunque en Colombia todavía existe este tipo de personajes, pude conocer el máximo grado de machismo, otra concepción del mundo con la que me conflictúo a diario porque considero que el amor debe ser libre, sin ataduras ni prohibiciones.

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